viernes, setiembre 30, 2005

afilemos entonces

Me hubiera gustado que hubieses peleado por mí. Que me mostraras lo que necesitaba. Me hubiese reconfortado mucho.

Pero no se puede ir más allá de los caminos que no me quisiste mostrar.
Así que parto a otro rumbo en esta búsqueda de la plenitud.

Hay un cuento que dice que un leñador se preocupaba tanto en talar árboles que nunca afilaba el hacha. Tal vez eso me venga bien, encontrar un lugar en este denso bosque de personas, para afilar un poco el hacha y no desesperarme en vano tras árboles que sólo existan en mi deseo y no en la realidad.

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