miércoles, marzo 22, 2006

alimentando nuestros sueños


Ayer vi en TV la película Una mente brillante, que trata sobre la lucha sin cuartel que ejerce un genio matemático enfermo de ezquizofrenia para lograr llevar una vida normal. Recomiendo esta película para quienes tengan personas cercanas con este mal.

Nash, así se llama el personaje principal, dice sobre el término de la misma que sus alucinaciones y sus sueños están siempre allí, pero la única manera de vencer a los primeros es no alimentarlos prestándoles su atención. Esto, creo, es una piedra fundamental para sentirse dueño del camino que uno recorre, para estar allí para tomar nuestras decisiones y no que las tomen nuestros peores miedos.

Tenemos que comprender que para que existan alegría y felicidad también debe existir sufrimiento y temor. Pero el que estén ahí no quiere decir que deban preponderar en nuestra vida. Son parte de ella, y exactamente nos recuerdan qué sucede si abandonamos el regalo más preciado que tenemos: Vivir nuestra Vida. Si no los detenemos a tiempo se apoderan de nuestras percepciones y terminan afectando nuestras decisiones.

No basta con nacer, respirar, alimentarse, y morir; hay que hacer de cada día un momento único en nuestra bitácora de vivencias. No cedamos ante nosotros mismos, porque no hay mal peor que preguntarse ¿qué hubiera pasado si lo hubiera intentado?

Agradecer lo que tenemos, sí. Pero también ir por más. Para eso tenemos el tiempo que nos fue dado, para llegar lo más lejos posible en este mundo llamado realidad.

sábado, marzo 04, 2006

el principio

El principio de todo camino está en nuestra ignorancia. Hasta no reconocerla en nosotros no será posible recorrer los trayectos que nos hagan crecer como personas.

miércoles, marzo 01, 2006

¿qué clase de hombre es un hombre si no intenta mejorar el mundo?

Luchar. Qué fácil es decirlo y cuan difícil llevarlo a cabo a veces. Porque terminamos cediendo terreno ante tanta injusticia, tanta corrupción y demás aderezos negativos de las sociedades. Algunos nos dejamos intimidar, y hasta preferimos quedarnos al margen a veces. Hasta que nos cansamos. Hasta que decidimos intervenir, porque presentar esa resistencia es lo único que define nuestro paso por aquí.

¿De qué serviría si todo quedase igual que cuando llegamos?

Igual siempre surge esa llama, ese fuego interno que nos incita a volcar nuestra alma por nuestras convicciones, nos mueve de un terreno a otro, y nos da impulso para erigirnos contra lo que no queremos. Y hablo de la lucha bien entendida, la lucha contra la violencia, contra las injusticias que plantea este vivir.

Hasta las últimas consecuencias he de luchar por lo que creo, porque sin lucha no hay camino a elegir.