miércoles, abril 27, 2011

Escupiendo dolores


Es increíble como antes brotaban las palabras sin siquiera pensarlo. Sentarme ante este blog era una catársis de lo masticado durante mucho tiempo. Todo fluía de una manera especial, cada palabra daba en la tecla sin ser muy observada, tenía cada una su razón de ser.

En la tormenta todo surge más claro a veces...

Ahora encaminado en muchas "cosas de la vida", cada día es igual al anterior, puede confundirse un día de invierno con uno de verano, ninguno tiene su sello que lo haga recordable.

Es increíble como cuando más tiempo libre tenemos en nuestras vidas, es decir en la infancia y en la vejez, es cuando menos sabemos qué hacer con él, y mientras tanto, cuando valoramos cabalmente lo que nos sucede, con quien deseamos recorrer el camino, crecer personalmente, etc, es cuando no disponemos de tiempo alguno. Las distracciones circunstanciales y obligaciones del sistema en el que vivimos inmersos, para beneficio de poquísimos, es una suerte de asfixia que si bien de ocasión en ocasión nos da una pequeña bocanada de aire, no creo que permita llenarse los pulmones de esto que se llama existencia.

En lo personal creo que desde hace un tiempo vivo un castigo propio, un infierno del que no se sale. Y digo castigo porque causas de otro tipo no he encontrado, creanme que las he buscado. No hay espíritu que habite un templo en ruinas. Si el dolor físico es signo de que estamos vivos, yo soy un océano de vida.

Castigo por haber priorizado encajar ante el mundo en lugar de respirar por mí mismo, ajustarme en lugar de liberarme de él, lo que se hace se paga dicen...

Si antes había Caminos, ahora hay abismos y precipicios, algo que me preocupa, pero que claro, quién va a tener tiempo para darle real importancia cuando somos auténticas mulas de carga de un sistema ideado por hombres para separarlos nauseabundamente entre sí?

Es esta reflexión válida o es hasta algo que está incluso previsto y esperado de parte de todo el eco-sistema que nos gobierna?