martes, enero 31, 2006

nuestro motor

Hace días que vengo sintiendo la imperiosa necesidad de escribir, pero no se daban los tiempos benditos de esta vida que llevamos. Tal vez ni este sea el tiempo adecuado pero da igual. Ya no importa eso, es más valedero afrontar el reto ahora que dejarlo por el camino sin hacerlo.

Por experiencias personales me he encontrado muy cerca de las consecuencias del miedo, hasta puedo decir que es una parte viva de mí, como de todos creo. Sólo que recién ahora entiendo que esa parte viva es tan normal como el resto de las piezas que conforman nuestro mundo interior. Por mucho tiempo le temí al miedo, dejé que bloqueara momentos y congelara latidos. Hasta que llegó la etapa de crecer, de entender, de comprender, de ver el hilo conductor que está ahí al alcance de nuestra vista en cualquier momento, bueno o malo, que tengamos.

Todo lo vivido sucede por una razón, para que aprendamos de ello. No para que le temamos por el resto de nuestras vidas.

Sería muy simple que todo resultara como nosotros queremos, pero esa linealidad nos llevaría a morir con la misma maleta de conocimientos con la que nacemos, la cual no es nada despreciable pero sí se puede completar un poco más. El enriquecimiento como personas deviene de las situaciones enfrentadas en nuestro cotidiano vivir, y de cómo aprendemos a elegir nuestra actitud en esos momentos para llevarlos lo mejor posible.

Ese miedo que pernocta en nosotros no hace más que indicarnos que somos seres racionales en alguna parte, que estudiamos las posibilidades que pueden suceder de cada acto que tengamos. Pero también nos indica que si lo que afrontamos lo hacemos convencidos de que no nos estamos fallando a nosotros mismos, las consecuencias venideras serán naturales, parte de nuestra suerte, no se podrían haber evitado de ningún modo. Y como no se podrían haber evitado lo único que cabe es afrontarlas y superarlas, para luego crecer con sus enseñanzas.

Soy tan humano como vos, y mientras escribo esto no sé cuál será el próximo instante en el que sentiré miedo. Lo único que sé es que podrá retrasarme un poco pero no detenerme en mi camino. No dejaré que nada lo haga, porque ese sentimiento (como todo lo que conozco en esta vida) siempre tiene su opuesto que lo equilibra. Ese opuesto en nosotros es la llama que nunca cede ante los vientos que soplan, y es ni más ni menos que nosotros mismos y nuestras ganas de ser felices.

Ese es nuestro motorcito que nos empuja y nos empuja, y siempre nos mantendrá ahí: en el camino.

viernes, enero 06, 2006

seguir el camino aunque a veces no entiendas lo que dejas detrás

¿Nunca les pasó de que trataban de entender algo y menos lo entendían?

Bueno, asi estuve yo tratando de comprender algo que no pude llegar a entender. O que la conclusión fue tan inverosímil que la tuve que descartar. O mejor dicho quise descartarla.

Porque un fuego que ardió rápido, pero ardió fuerte no tenía por qué apagarse así. De esa manera, sin vientos fuertes que hicieran que lo terminasen, y sí con buena madera de la que alimentarse. Pero bueno, de qué sirve que sólo uno sea el que ve así las cosas, ¿no?

Nada, no sale nada de mis palabras, sólo un aroma a decepción y un duelo generado por la ilusión que yace en el camino que voy dejando paulatinamente atrás.

Y elegir no entenderlo es mejor que tratar de hacerlo, porque me doy cuenta que me genera más confusión la búsqueda de lógica en todo esto.

Otra caída, y pese a que no fui yo el que salté, hasta ahora me cuesta levantarme. Porque no esperaba caer.

jueves, enero 05, 2006

el mundo a tus pies

Me lo dijo una guía, una de esas que aparecen en nuestras vidas y que no se van de ella hasta asegurarse que entendimos el concepto de su aparición en nuestro camino. Me ha dejado enseñanzas, y consejos por doquier, hasta se puede decir que la quiero mucho, y que el día que haya cumplido su ciclo y deba retirarse de mi horizonte sentiré una mezcla de tristeza con alegría. Se irá con su misión cumplida, lo cual es bueno, pero extrañaré su presencia física, y perdurará entonces en mí lo que me ha enseñado en este tiempo.

"El mundo a tus pies depende de vos" es su frase de cabecera, o al menos la que más me ha llegado y más recuerdo. Pero, ¿qué dice esto? ¿qué encierra? ¿Mundo material? imposible, no hay vida lo sufcientemente larga para obtenerlo ni alma lo suficientemente vacía para tener ese objetivo.

Una de las tantas historias que me contó para ilustrar las realidades a las que debía adaptarme es la del "gallo de pelea invencible". Este animal, entrenado por un maestro oriental, había adquirido tal seguridad al no desperdiciar su energía interior en provocaciones y riñas sin razón, que sus rivales sucumbían ante su sola mirada. No tenía que mover ni un sólo músculo, su presencia ininmutable garantizaba su victoria de principio a fin.

Entonces, seamos gallos un poco... Imaginemos toda la energía que podríamos adquirir si desestimáramos todas esas provocaciones inútiles y peleas sin fin que nos presenta nuestra rutina. Todo ese potencial al servicio del construir y no del destruir...

Porque, ¿qué aporte le hacemos al mundo con agresiones sin sentido, venganzas prometidas, desconfianzas afectivas y demás actitudes similares? ¿Qué mundo interior estamos generandonos a nosotros mismos?

Todo comienza dentro nuestro. No pretendamos que el afuera sea distinto a nuestro interior, partamos de él para proyectarlo hacia afuera y hacia quienes nos rodean. Así y sólo así, tal vez podamos llegar a otras mentes, otras personas, otros lugares con lo que nos tiene aquí parados, leyendo este post. Con el amor, el amor de hermano, el amor de pareja, el amor de madre, el amor de amigo/a, esa palabrita que tanto mueve y tanto genera adentro nuestro. Nada más ni nada menos que el motor de nuestras existencias.

Tener el mundo a los pies, significa para mí, tener el control de los impulsos externos que nos desgastan, y los miedos interiores que nosotros mismos generamos, para aprovechar esa energía antes desgastada e ir creando y moldeando a nuestro parecer nuestro mundito de adentro. Porque todo empieza adentro. Y todo termina adentro también.

domingo, enero 01, 2006

negarlo es no disfrutarlo

Hace poco más de una semana que las cosas se ven distinto. Un poco, no han cambiado sustancialmente su significado, pero tienen un plus, un algo que parece que las hiciera más disfrutables.

Llegaste a mí con total imprevisión y hasta ahora no has hecho más que alegrarme una parte de mí que yacía olvidada. Ya te lo dije, la palabra amor adquirió un nuevo significado para mí. Un nuevo y hermoso significado: Vos.

Con tu mirada alegre y tierna los vientos se tornan suaves brisas, y recorrer tu cuerpo suave es como estar en un manto de arena cálida.

No siento la necesidad de "ser otro" como últimamente nuestra sociedad nos adiestra. Los miedos dejan de latir y sucumben ante tu amor, y yo me entrego a tus brazos.
No me importa a dónde me lleves si sos vos la que me lleve ahí.

Entonces no puedo, no voy a negar lo que siento, que no es otra cosa que amor. Porque todavía me parece poco creíble lo que está pasando con nosotros (me encanta poder decir nosotros y que ese nosotros hable por sí mismo de vos y yo). Pero tengo que creerlo, porque tus caricias, tus besos, tu respeto, están ahí y son tan reales y hermosos como lo es dormir a tu lado.

No sé que es lo que deparará esta historia, y yo siempre fui de mirar muy rápido hacia adelante (vaya si me habrá costado heridas eso), pero ahora no miro tan lejos. Porque tengo una verdadera razón para mirar a mi lado, disfrutar de tu compañia.

"yo siempre fui"... ¿ será que nació un nuevo yo ?

Y después me quieren convencer de que el amor es una ciencia exacta...